Desgraciadamente la realidad de los campos de refugiados, lejos de disminuir, está cobrando fuerza en los últimos años, con el protagonismo de nuevos conflictos que parece que se están enquistando en la realidad. Uno de los más significativos es el de los sirios, que se viene unir a la realidad de otros ya conocidos desde hace décadas.
Estos grupos de población, entre los que el porcentaje de niños es muy elevado, viven en unas circunstancias duras que, física y psicológicamente, les dejan huellas de por vida. Quienes se ocupan de atenderles están descubriendo hasta qué punto determinadas actividades pueden ayudarles a normalizar algo su realidad.
Aquí es donde entra en juego la jardinería. La prestigiosa organización Save The Children ha puesto en marcha programas en los campos de refugiados de Jordania que están mostrándose muy beneficiosos para los sirios que habitan en ellos. El cultivo de huertas y otras modalidades de agricultura está contribuyendo a mejorar su autoestima y a darles esperanzas.
En concreto, es en el campo de Za’atari donde se están proponiendo clases, tanto teóricas como prácticas, para adultos y menores sobre jardinería. Sus organizadores están comprobando cuán beneficioso es que aprendan a hacer algo con sus propias manos y, además, cuyos logros son visibles en poco tiempo.
Pero, los objetivos finales de esta ONG son más ambiciosos. Pretender darles una oportunidad de futuro, con el aprendizaje de un oficio que les permita desarrollar su proyecto de vida. Les ayuda, asimismo, a fijar valores como el respeto, la colaboración o la confianza.