Contar con al menos un ejemplar de aloe vera entre las macetas de nuestra vivienda es una ventaja de la que se puede beneficiar nuestra salud. Está demostrada la eficacia de la salvia de esta planta cuando se aplica sobre quemaduras, picaduras de insectos, heridas en la piel e incluso para tratar los granos y abscesos. El poder regenerador del aloe vera es aprovechado en innumerables productos cosméticos y cremas.
Además, la planta de aloe vera requiere unos cuidados muy sencillos por lo que es recomendable para principiantes en materia de jardinería. La única circunstancia que este tipo de plantas no soportan es el frío. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de la composición de un ejemplar de aloe vera es agua, lo que explica su nula resistencia ante las heladas.
También es recomendable su cultivo mejor en maceta que directamente sobre el terreno del jardín. Entre otras razones por el excesivo peso de la planta que acabaría hundiéndose en el suelo.
Para asegurarle el mejor sustrato posible, se pueden comprar la mezcla de sustrato ya preparada u optar por elaborar una composición en la que se equilibre un suelo arenoso que drene bien. El aloe necesita poca agua en general aunque con notables diferencias entre el verano y el invierno. Dada su inactividad durante los meses de frío, prácticamente no habrá que regarlo en ese tiempo. Por el contrario, en verano debemos evitar que el suelo de la maceta que contiene nuestro aloe vera se seque completamente.
