Todos los años, según van cambiando las estaciones, los aficionados a la jardinería emprenden la tarea de seleccionar y plantar flores de temporada, que no son sino aquellos ejemplares que destacan por el valor ornamental de sus flores pero que solo despliegan esta belleza una vez al año y después se marchitan.
Lo bueno de las flores de temporada es que las hay apropiadas a cada época del año, con lo que si hacemos un buen estudio de nuestras necesidades, podemos mantener nuestro jardín florido a lo largo de todo el año. Por eso, una de nuestras primeras tareas es conocer las distintas especies de flores de temporada y así saber cuáles nos convienen en cada momento.
A veces estas flores en su hábitat natural son plantas perennes, es decir, que su ciclo vital no finaliza cada año. Pero, al trasplantarlas a climas distintos, generalmente más fríos, no consiguen sobrevivir tras la floración. Ejemplos de estas flores de temporada son las delicadas petunias, las curiosas bocas de dragón o los espectaculares amarantos, los girasoles, los pensamientos o la alegría de la casa.
Existe un grupo especial de flores, las que se denominan bianuales porque completan su ciclo vital en dos temporadas. En el primer año, estas flores de temporada se plantan y se asientan en el terreno, tras acabar la estación fría, en su segundo año de vida, es cuando despliegan todo su potencial de belleza y colorido. Son flores de temporada bianuales especies tan conocidas como el alhelí.